porque andamos siempre con la cabeza hacia abajo.
Café
Algunas personas, entes, animales,son como el aroma del café
cuando llegas a casa,
o amaneces
y el olor te da la bienvenida.
Te avisa de que hay vida ahí fuera,
de que hay alguien ya en movimiento.
Ese olor te reanima, te reconforta,
se cuela por los sentidos grano a grano molido,
hasta la cabeza, hasta el corazón.
Te avisa de que hay que despertar,
¡despierta! De que también es tu hora.
Agita tus ideas, alborótalas, aviva la sangre.
Hay personas como el café, digo,
como una llamada de atención,
como el agua fría que despeja,
sin coacción alguna.
Penetran y pellizcan la conciencia,
porque aún estamos dormidos, inertes,
en estado de mediocridad,
y nos falta, nos hace mucha falta,
el café por las mañanas.
Especialmente porque aún no se ha escrito el día.
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