viernes, 3 de mayo de 2013

Mistral



De su corazón de pájaro yo podía comprender, muchas cosas.
Sus ansías de volar, su nómada movimiento.
De sus plumas yo recordaba, la suavidad, y el dulce encanto,
de su capacidad para anidar en cualquier sitio.
Ya no tenía ningún poder si llamaba su nombre,
o colgaba de mis ventanas,
amplias banderas que pidieran su auxilio.
Y aunque su cuerpo siguiera deslizándose,
por las cortinas de aire sin dueño para visitarme,
entendía a través de sus rapaces ojos,
que las olas que levantamos un día juntos,
habían sido aplacadas por un mistral invencible.