Ceguera:
¿Quién querría volverse ciego de repente?
¿Quién se vuelve ciego y al mismo tiempo agudiza su capacidad para observar?
Creía que la ceguera me impedía ver ciertas cosas altamente imprescindibles, pero descubrí que, simultáneamente, me permitía detectar cómo de incoherentes y superficiales eran otras, tan indispensables que parecían.
Tuve que agarrarme a la barandilla temblando cada vez que subía o bajaba aquella escalera.
Hasta los cielos, hasta el infierno. El miedo era atroz.
El jarro de agua fría, los primeros minutos al lanzarme a la piscina.
Un cacharro de feria que me recordó lo poco que me gustan que me volteen y revoleen sin control alguno.
Pero también la altura y la libertad de la roca la primera y segunda vez que escalé, libre y sin miedo,
al final el rayo de esperanza
que no cesa.