Tú
eres, ese dolor y también esa fuerza,
esa rabia
y esa entereza, y también esa voz.
Nunca
es tarde, estrella de crepúsculo, nunca es tarde.
Ni
nunca estás a destiempo de dar un paso atrás.
Prudencia.
Calma que has aprendido a retomar.
Tu eres
ese carcajeo y ese murmullo burbujeante.
También
ese gesto duro o incluso ese ademán pensador.
También
nunca y de repente un corazón en plena lucha.
Desvestido,
desnudo, transparente.
Tú, tu
eres, y nadie más. Y en tu cabeza crecen mundos intrincados.
Miras
alrededor y te evades del laberinto.
Es más
claro el mundo afuera que la enredadera tras tus ojos.
Nunca
es tarde, estrella de crepúsculo, nunca es tarde.
Cambiar
de bando y creer en el vecino. Lee, escucha, atiende.
Ya se
escucha el tambor, ya se escucha el rumor,
y de
las revoluciones interiores se alzan mástiles con velas izadas;
henchidas
de viento a favor y buenos pronósticos.
La
tierra es plana, la tierra es redonda,
silencio,
no discutas.
Mas calla
ahora para gritar después; el día de tu lucha.
Ya sé,
estrella de crepúsculo, ya sé,
la luz
te cegó y no puedes nada más que dar palos de ciego.
Respira
hondo, no hay prisa
la crisis
está en su apogeo, disfrútala.
Tú eras
el ciclón palpitante y no elegías el lugar
donde la
fuerza natural ejercía su impacto.
Ahora
no eres tú en potencia, sino tú en su crepúsculo.
La
noche está cerca, tan cerca… Brillas cada vez más.
Iluminas
el firmamento. Un punto de luz
Que dibuja
trazos de destino
Que se
entrecruzan
Unos con
otros
A la
vez
Juntos
Todos.
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